«Cuento de salud y libertad»

5 jul 2022

(Día de la Independencia de Venezuela)

Salud y Libertad, bienes hermanos
pero de impar dimanación y goce;
la salud es de Dios y buen gobierno,
la libertad, más fuerte que los hombres;
la salud, a la larga, se hace corta
y a lo libre no hay filo que lo corte.
Escuchad este cuento que os inventé hace años,
el del Castillo de los Ruiseñores;
oídlo con el metro de los Himnos,
cantadlo con la voz de las canciones:
Este era un Rey; tenía
un Castillo con torres y torres
y una hija más bella que el campo
cuando encienden la luz de las flores.
Y poblaban estancias y patios
y claustros y torres
ruiseñores en jaulas de oro,
ruiseñores en jaula de bronce,
y por eso al Castillo llamaban
el Castillo de los Ruiseñores.
Pero un día murió la doncella,
y el señor del Castillo encerróse
para siempre en el frío aposento
de la más invernal de las torres.

Y por ser más igual con la Muerte
y poner el silencio a sus órdenes,
ordenó que en sus jaulas doradas
cortaran [la lengua] de los ruiseñores.
Y así fue que, al llegar alCastillo,
sacudía de espanto a los hombres
la visión de los pájaros mudos
sobre el ancho rumor de los bosques.
Y los días pasaban; los días,
mudos, como noches,
¡cuando, un día, estalló con el alba
la sorpresa de un canto en las torres!
En tropel recorrieron las jaulas
los callados guardianes del orden
para ver quién rompía el silencio
y arrancar con la lengua las voces.
Pero en vano buscaron prenderle,
porque huía de todos los hombres;
porque aquél era el pájaro libre,
conspirador del cielo,
agitador de sus alas veloces,
un fugaz ruiseñor de los campos
con canto de flecha mojada en los bosques,
y a su grito, la voz de los libres
entró en el Castillo de los Ruiseñores.1

¡Qué mensaje tan profundo acerca de la libertad el que transmite el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco! En el fantástico Castillo de los Ruiseñores de su «Cuento de salud y libertad» muere la bella princesa, y es tal la tristeza del rey que ordena cortarles la lengua a los ruiseñores para que no puedan jamás volver a cantar. Pero ese triste silencio lo rompe «un fugaz ruiseñor de los campos», a quien persiguen en vano por proclamar la libertad a voz en cuello.

Aplicado a la letra del Himno Nacional de Venezuela, pudiera resumirse así: «Gloria al bravo ruiseñor que el yugo lanzó... “¡Abajo cadenas!” gritaba, pidiendo libertad. Al oír su canto tembló de pavor el tirano egoísta, y lo buscó inútilmente para cortarle la lengua.»

¿Por qué fue infructuosa esa búsqueda? Porque Dios mismo, «el Supremo Autor» mencionado en la segunda estrofa del Himno Nacional, le infundió «un sublime aliento» a ese «bravo pueblo que el yugo lanzó» y rompió las cadenas en su valiente lucha por la libertad. Pues al hacerlo a imagen y semejanza suya, Dios lo creó para que fuera libre.2


1 Andrés Eloy Blanco, «Cuento de salud y libertad», Giraluna (1955), en Poesía (Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, 2006), pp. 175-77.
2 Gn 1:26-27; Jn 8:32-36
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